A finales del siglo XIX, en Australia, un joven y prometedor actor llamado Frederick Matthias Alexander comenzó a experimentar un problema que amenazaba su carrera: se quedaba ronco cada vez que subía al escenario. Los médicos de la época no lograban encontrar la causa ni ofrecerle una solución efectiva. Convencido de que el origen de su dificultad estaba relacionado con la manera en que actuaba y recitaba, Alexander decidió investigar por sí mismo.

Colocándose frente a un espejo, comenzó a observar detenidamente lo que hacía con su cuerpo al recitar. Descubrió que, sin darse cuenta, llevaba la cabeza hacia atrás y hacia abajo, comprimía la laringe y acortaba su estatura. Lo más sorprendente era que no tenía la menor sensación de estar haciéndolo: lo que él percibía internamente no coincidía con lo que el espejo le mostraba. (Seguramente a muchos nos ha pasado al ver una foto o un video nuestro y notar que nuestras posturas o gestos no son como creíamos).

¿Quién fue F. M. Alexander?

A finales del siglo XIX, en Australia, un joven y prometedor actor llamado Frederick Matthias Alexander comenzó a experimentar un problema que amenazaba su carrera: se quedaba ronco cada vez que subía al escenario. Los médicos de la época no lograban encontrar la causa ni ofrecerle una solución efectiva. Convencido de que el origen de su dificultad estaba relacionado con la manera en que actuaba y recitaba, Alexander decidió investigar por sí mismo.

Colocándose frente a un espejo, comenzó a observar detenidamente lo que hacía con su cuerpo al recitar. Descubrió que, sin darse cuenta, llevaba la cabeza hacia atrás y hacia abajo, comprimía la laringe y acortaba su estatura. Lo más sorprendente era que no tenía la menor sensación de estar haciéndolo: lo que él percibía internamente no coincidía con lo que el espejo le mostraba. (Seguramente a muchos nos ha pasado al ver una foto o un video nuestro y notar que nuestras posturas o gestos no son como creíamos).